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JOSÉ MARIA D'ANNUNZIO

(Poggio Imperiale Foggia, Italia 1864 – Santa Fe, Argentina 1950)

La vocación de D’Annunzio es alentada en su país de origen por un pariente y luego dirigida por el Profesor Lattangio. En 1887 llega a Buenos Aires estableciéndose poco después en la ciudad de Santa Fe.

Catalina Pistone (Las artes plásticas en Santa Fe. Estudio histórico, Rev. N° 51 de la Junta Pcial de Estudios Históricos de Santa Fe) recurre a los registros oficiales que dan cuenta que en 1895 es nombrado profesor de la Escuela Normal de Señoritas y Profesor de Dibujo en la Escuela Técnica Superior n° 2. También fue designado Inspector de Dibujo de las Escuelas de la Provincia hasta su jubilación en 1916, desempeñándose luego ad honorem en las pruebas finales de las Academias de Dibujo y Pintura de Santa Fe y Rosario, que expedían títulos oficiales. Dictó conferencias y funda en 1907 la Primera Academia Particular de Bellas Artes de la ciudad,la que va a ser subvencionada por el Gobierno Provincial hasta 1916. Colaboran con el mismo otros dos italianos llegados por entonces: Pablo Pellegrini (nacido en Cúneo en 1872. Graduado de Profesor de Dibujo y Pintura en la Academia Albertina de Turín, y que llega a Santa Fe en 1906 dedicándose a la decoración mural. Pintó numerosos paisajes y marinas conservados en colecciones particulares y se dedicó al comercio, continuando su producción con “obras plenas de color, materia jugosa, ganándose así el testimonio que merece su noble espíritu” (Colón, 1959: 29-30). Otro italiano, Cipriano Ceppi (también egresado en la Academia Albertina de Turín, según afirma Horacio Caillet Bois en 100 años de pintura santafesina, Dirección General de Bellas Artes de la Provincia y Museo “Rosa Galisteo de Rodríguez”, 1945; 26) llegado a fin de siglo, colabora también en las tareas docentes que se impartían en la Academia.

El crítico de arte, Jorge Taverna Irigoyen (1992:15) destaca la presencia de D’Annunzio no tanto por el volumen o trascendencia de su obra: “Fue sin dudas un pintor de medidas resonancias con un oficio bien aprendido pero sin énfasis en las realizaciones” (16) sino por la dimensión de lo que significó su rol en la enseñanza de las artes. Si bien había comenzado a destacarse por su precisión en el diseño de mapas para el Gobierno, su magisterio en la plástica desde la Academia, colaboró en la formación de muchos artistas jóvenes según las preceptivas ortodoxas y las destrezas en la composición: la copia del natural, la perspectiva lineal, las claves del claroscuro, el número de oro y otras expresiones que lo posicionan como un gran maestro y con un merecido prestigio por su magisterio.

El Museo de Bellas Artes “Rosa Galisteo de Rodríguez” cuenta en su colección con las obras: ‘Autorretrato”, “Valle Dorado”, “Curupíes” y “Día Gris”. En el Museo Municipal de Artes Visuales se guarda “Puesta de sol”. Muere el 11 de septiembre de 1950.