Mario R. Vecchioli nace “(…) a Sunchales – regno di tanti rurali italiani immigrati –“ (Castello en Crolla, 2016: 33) el 25 de marzo de 1903. Sus padres, Antonio Vecchioli (italiano) y María Lecomt (francesa), tuvieron ocho hijos, Mario fue el tercero.
A la edad de 10 años es enviado por su padre, junto con su hermano menor Nolfo, al Collegio Convitto Campana de la ciudad de Osimo, Italia (a 7,5 km. de Camerano, donde nacieran los Vecchioli) para recibir una adecuada formación clásica. Recién llegados, Mario y Nolfo presencian el bombardeo al puerto de Ancona por parte de aviones austríacos, el día en que Italia le declara la guerra a Austria (24 de mayo de 1914). Más allá de este trágico episodio, en los ocho años que pasa allí, Vecchioli queda sumido en una imagen onírica y superior de Italia, hechizado por los atardeceres, por la costa del Adríatico, por su "gente incomparable", y por Roma! Durante este tiempo, Italia le permite al escritor adentrarse y apropiarse de toda la cultura clásica, y en especial de su literatura y música, las cuales dejaran marcas y huellas en su obra, como la influencia de Leopardi en su Canto (lo que se demuestra en el modo en cómo agrupará parte de su poesía tal como lo hiciera mucho antes el recatenense). Reconociendo en Vecchioli su buen manejo de la lengua y su gran capacidad creativa, su profesor por aquellos años, Luigi Torcianti, sentencia: «Tu sarai scrittore, non dottore» (ibídem: 41)
Pero la muerte de su padre, el 25 de noviembre de 1920, obliga a los hermanos Vecchioli volver y dejar atrás Italia y la intención de Mario de volcarse al estudio de la medicina.
Ya radicado en Rafaela se desempeña primero como empleado de Defensa Agrícola, luego como administrativo de la Jefatura de Policía. Fue además Secretario General de la Municipalidad, Secretario de Gobierno y Hacienda y Director de Cultura y Acción Social en esa ciudad. Desde 1931 comienza su labor como periodista en varios medios locales, llevando adelante luego trabajos de redacción en el diario La Opinión y siendo comentarista también de El Norte.
Fundador y director, entre 1939 y 1940, de la Revista Social, la cual abordaba temas locales y universales. En el editorial de 1939, Vecchioli destaca a su ciudad, Rafaela, como una ciudad culta, y alega: "a los espíritus selectos ofrecemos nuestras columnas... con el convencimiento pleno de que, de esta manera, contribuiremos al mayor desarrollo de la cultura rafaelina." (en Torre, 1981:173)
Publica su primer libro en 1946, época en la que ser poeta era ser un "bicho raro", según sus propias palabras y se reconoce como quien abriera el camino para que demás poetas se animaran a emprender esta aventura de escribir. (Vecchioli en Crolla, 2016: 27)
Entre los años 1958 y 1968 fue Director de Cultura y Acción Social de la Municipalidad, cargo que le permitió crear la Biblioteca Municipal desde la cual impulsar y estimular el desarrollo y producción de autores locales a partir de la creación del Fondo Editorial Municipal que todos los años organizaba concursos de poesía, cuento, teatro, novela y ensayo.
Se destacó además como creador de letras de marchas, una de ellas y la más famosa es la de la ciudad de Rafaela, por la cual obtuvo el primer premio de un certamen provincial que organizara el Club de Leones de Rafaela en 1965. La misma fue declarada por la Municipalidad como la Canción Oficial.
Vecchioli es considerado el "poeta de la ciudad" de Rafaela y referencia de la cultura local.
Como lo remarca Crolla en su libro Mario R. Vecchioli: Una pipa, una gesta y la reiteración de la poesía "Sus primeros tres libros: Mensaje lírico (1946), Tiempo de amor (1948) y La Dama de las Rosas (1950) fueron celebrados como el surgimiento y la consagración de una nueva voz" (ibidem: 9) tanto por poetas y críticos de la zona, como por aquellos que trascienden las fronteras de Santa Fe y Rafaela.
Cuando en 1952 Vecchioli publica Silvas Labriegas surge allí "un Vecchioli enunciador épico" (ibidem: 12), uniéndose de esta manera a la propuesta que ha de dar comienzo Carlino con sus Poemas de la tierra en 1938 y, dos años más tarde, con Poemas con labradores. Propuesta que es consagrada por José Pedroni con Monsier Jaquín en 1956. Estos tres poetas se unen en un "canto épico de la gesta inmigratoria". "La imagen chacarera es enriquecida años después con la publicación de De otros días (1970), El sueño casi imposible (1974) y Lugar de tierra nuestra (1975)." (ibidem)
“Vecchioli integra con Pedroni y Carlino una tríada auroral, al modo de la magna tríada del Trecento italiano (Dante, Petrarca, Boccaccio) y en la sintonía de un entramado poético y espiritual confraterno por tonos y temáticas que reconocemos como Gesta Gringa.” (ibídem: 51)
Fortunato Nari enaltece la figura de Vecchioli como "leyenda poética", habla de un hombre que supo conjugar como un gran poeta su mátríz itálica y su lengua oral, quien supo interpretar "con justeza el momento y definió de manera generosa pero precisa y altamente estética, los valores espirituales” de su tiempo, “tiempo nuestro, auténticamente rafaelino”. Balbi reafirma la figura que Nari ostenta de Vecchioli, asegurando que el lenguaje de este poeta “es precisa y felizmente la voz de la historia campesina de Rafaela…”
Reconocido, premiado, traducido al italiano por Giuseppe Mascotti (escritor, poeta y traductor), Vecchioli no se reconocía como un escritor profesional sino más bien como “un simple aficionado que, muy de tarde en tarde, escribe algo para entregarlo a los amigos.”
Fuente:
Crolla, A. (2016): Mario R. Vecchioli: Una pipa, una gesta y la reiteración de la poesía, UNL, Santa Fe.